Y si la emboscada del asco nos perdona la vida Estaría bien visitar algún lugar donde olvidemos quién fuimos Bebiendo café por la noche, vuelvo a enamorarme del caos, pero no es recíproco Esta pasión tan mal correspondida Es un callejón sin salida, pero qué importa Me pasé la vida en estos y supe plantar jardines en la cloaca más putrefacta Aun cuando mis manos estaban oliendo las extremidades de la muerte Y si la paliza cobarde de la soledad, de millones contra uno Nos deja un ojo sin cerrar, tal vez podamos otear el horizonte definitivo Que tapan tantos imitadores de este Y qué mal lo imitan, diablos! Aunque a veces incluso pareció que lo hacían a la perfección Sustituyéndolo por alguna raja, de la que llovía opio Me encantaba empaparme de adormideras Por haberme despertado de repente hace años con un océano helado sobre la cara Pero la ración de opio siempre fue menor que la de realidad Y seguí buscando el verdadero horizonte