(Milonga) Menina dos olhos verdes me da mate pra beber, não é sede, não é nada, é vontade de te ver. Afuera la resolana, un grillo y su cascabel, el algarrobal armado, yo sólo desensillé. Campos grises de marcela con su tala y su esquivez, todo temblaba en el aire como de fiebre o de sed. Pasó la sombra de un cuervo y casi me santigüé; vi la casa, su arboleda, me orienté. Afuera la resolana y el rezongo de un lebrel; ella me miró de frente como preguntándome. Puso un canto de roldana, una tinaja en la piel, cuiá de plata labrada, un aroma de clavel. Era ya de tardecita cuando ensillé. Me fui lejos de esas casas, me fui pero me quedé.