El tiempo que va pasando, la historia de lo vivido, aquello que está presente, todo lo que se ha perdido me hacen pedir un segundo para mirar el camino. Ayer conocí el amor en tu joven primavera, luego estaban los dos hijos con sus sonrisas tan tiernas, pero el tiempo no perdona al que entra en esta carrera, fue tan grande tu silencio, para mí fue gran condena. Pero un día, caminando, por nuestra hermosa Alameda vi que venían en contra miles de metrallas negras que pisoteaban las flores, que encarcelaban la ciencia, por recoger un jilguero fui apresado y con sentencia. Ahora que estoy de vuelta, como nacido de nuevo, ando amando al ser humano, a la estrella y al lucero, buscando en ellos la fuerza para hablar de nuestros pueblos; es el camino elegido y por él me voy derecho.