Un general traicionero rompió la constitución. El pueblo estaba sin armas y por eso no peleó. Cincuenta mil son los muertos los cuatro primeros meses, sin contar, naturalmente, con los que desaparecen. Y aquel que nos gobernaba cayó peleando valiente, le tiraban con cañones, pues querían darle muerte. Con la metralla en la mano y casco de protección les dio la guerra y de frente el valiente Salvador. De esta matanza inhumana se aprenderá una lección: Con militares traidores yo no hago la conscripción. Ya se han cumplido tres años de esta traición sin igual, y si no estamos unidos otros tres van a pasar. Y con ésta me despido, ya me voy con mis pesares. ¡A luchar todos unidos contra cuatro generales!