Cuando me pongo a cantar se vuelve en árbol mi alma, y mis hojas y mis ramas conmigo suelen llorar. Hojas, tronco, trueno y rayo me van diciendo el camino. Que me dejen donde me hallo, ya no me importa el destino. Los vientos pa' mí son las notas, la tierra es el encorda'o y el clavijero es tormento del que vive enamora'o. Si alguna vez la que yo amo me quisiera traicionar, yo cortaría este árbol que no volviera a cantar. Y si me quedo en silencio alguien ha de preguntar: ¿Qué le pasa a esa guitarra que no se oye el bordonear? Al amigo que pregunte le podría contestar: Mis verdades son muy pocas y las prefiero callar.