(A Pablo Neruda) Hay un poeta en mi tierra que vivía frente al mar, amaba las mariposas las rocas, la soledad. Con su pupila perfecta él nos enseñó a mirar la tela de las cebollas, de Lautaro el galopar. Tenía voz de profeta y despacio el caminar, gigantescos mascarones vigilan su descansar. De Temuco ferroviario, estudiante por Chillán, cóndor en la cordillera, del Caribe, capitán. Amaba desde los siglos las manos de los obreros, el vuelo de la gaviota, el vino y el pan centeno. Yo no diré que te has ido sino que vas a volver. El pueblo toma su tiempo, toma su tiempo crecer. Hay un poeta en mi tierra que ya no descansará hasta que su patria toda recobre la libertad.