El soldado soñaba que el soldado de tierra adentro pensaba si ganamos la llevaré a que mire los naranjos, a que toque el mar que nunca ha visto, y se le llene el corazón de barcos. Pero vino la paz y era un olivo de interminable sangre por el campo. Y si vuelvo le daré una toronja y una jarra de barro vidriado, de esas que se parecen a sus pechos cuando saltan de un árbol a otro árbol. Aquel olor a muerte interminable, a soldados sin nombre y sin familia dando a los hormigueros de la tierra quizás el mejor traje de su vida.