Oí tu acento lejano y tu aroma natural, brasa viva tu mirada la cintura, tu volcán. Hasta hoy bendigo tu cuerpo aunque no nos vimos más, la noche baila en el vino, el mundo empezó a girar en un frotarse tan lento buscándose penetrar. Sin reconocer fronteras fuimos un solo huracán. En ésta sí, en ésta no, en tu maraña me pierdo yo. La tierra nos llama a gritos plenos de urgencia animal sobre mi cuerpo montabas, me comenzaste a domar tragándote las distancias, galopar y galopar. Húmedo, beso tus labios, presos de tanto esperar, mis manos bajo tu enagua siente que me quieres dar y pedir algo esta noche aunque no nos veamos más. Baja tu boca encendida, dices "voy al manantial", y lo divino es humano: me vierto en la inmensidad. Todos mis sentidos beben en tu copa de cristal, te devuelvo tus deleites, no me los voy a robar, mi boca busca y encuentra tu vertiente original, la que después de esa noche no vería nunca más.