Todo el coraje del mundo, como una marca de fuego, necesita la mujer cuando está en el cautiverio. La Julia sí que lo tuvo al parir en ese infierno. A medianoche se acerca una voz joven que grita: "Mi mamá está con dolores, una ayuda necesita". Dos mujeres se levantan a calentar el agüita. Nadie se viste de blanco pa' recibir al cristiano que nace en la cárcel grande que ha inaugura'o el tirano. La Julia meta sollozo por dolor y por espanto. Cuando está el chiquillo afuera, las mujeres celebrando, se oye una voz que les dice: "La fiesta no ha termina'o", "Son mellizos", gritó otra, "y juera el segundo cabro". Cuánto dolor se acumula en el alma, en las entrañas, cuando siglos de injusticia con una mujer se ensaña. La justicia tarda a veces pero llega Julia y nunca falla.