Con la cruz sobre sus hombros sangre brota de sus pies, se cae en el empedrado. Los soldados se reparten túnica y vestidos, a los dados se los juegan, hacen leña del caído. Junto a la cruz ha encontrado a su madre que lloraba, y María Magdalena trataba de consolarla. Al discípulo querido le recomienda su madre: "Cuídala como a tus ojos, que nunca nada le falte". Luego vienen los soldados a concluir su tarea, le clavan lanza al costado y se estremece la tierra.