Antorchas, linternas, armas refulgieron esa noche, los guardias van enviados por los sumos sacerdotes. Judas que lo entregaría ya conocía ese huerto, la traición la había fraguado escuchando a su maestro. "Soldados, ¿a quién buscáis?" preguntó Cristo, sereno. Los soldados le responden: "A Jesús, el nazareno". Yo soy, yo soy, yo soy el que andan buscando entre los que me acompañan. Yo soy Jesús nazareno, dejadles, pues, que se vayan. Vuelve, vuelve, vuelve tu espada a la vaina, pues el momento ha llegado. Tengo que beber el cáliz que mi padre me ha enviado.