Todo el amor, todo el amor, todo el amor ella lo dio. Cuarenta y ocho kilómetros por los cerros se arrastró sin una gota de agua, por alimento el amor. Dos días, noches y estrellas, que alumbraban su dolor un poco de camanchaca aumentaba su pasión. Salitrera abandonada, desierto y desolación. Por encontrar a su hombre caminó y caminó. La sal reseca la tierra y la piel se cae al sol. A ella nada le importa, ésta es su prueba de amor. "Mujer como éstas hay pocas", el desierto confesó, "a mí no me gana nadie, pero ella me venció". Mujer cautiva en Pisagua, cautiva de su verdad, le trajo a su compañero un poco de libertad.