(De "Ternura" - 1924) Mientras tiene luz el mundo y despierto está mi niño, por encima de su cara, todo es un hacerse guiños. Guiños le hace la alameda con sus dedos amarillos, y tras ella vienen nubes con piruetas de cabritos. La cigarra, al mediodía, con el frote le hace guiño, y la maña de la brisa guiña con su pañalito. Al venir la noche hará guiño socarrón el grillo, y en saliendo las estrellas, me le harán sus santos guiños. Yo le digo a la otra madre, a la llena de caminos: "¡Haz que duerma tu pequeño para que se duerma el mío!". Y la muy consentidora, la rayada de caminos, me contesta: "¡Duerme al tuyo para que se duerma el mío!".