Me enamoré de una vieja por interés de la plata, pero me anduvo saliendo el tiro por la culata. A la primera palabra le pedí para un pencazo. Me dijo "m'hijito lindo, ¿acaso me da' un abrazo?". A la segunda palabra le pedí quinientos pesos. Me dijo "m'hijito lindo, ¿acaso me dai un beso?". A la tercera palabra le pedí para un abrigo. Me dijo "guacho culebra, cuando te casís conmigo". No me quedó más remedio que hacérmele bien el tonto. Le dije "Viejita linda, casémonos lo más pronto". Y cuando ya nos casamos ¡güeja, con la vieja tuerta! resulta que no tenía ni a'onde caerse muerta. Señores y señoritas, no se casen por la plata, porque les puede salirles el tiro por la culata.