Ya no quiero más canciones de lamento, porque nada aliviará el sufrimiento de mi amigo, de mi hermano tan lejano que hoy soportan y resisten en Santiago. Porque mañana se abrirán las alamedas, porque mañana marchará la clase obrera, porque mañana se oirá en toda la tierra que nuestro pueblo recuperó su bandera. Yo quisiera que estos mis pobres cantares vuelen, crucen las montañas y los mares, y al oído del patriota encarcelado lo reciba con canto esperanzado. Yo quisiera, compañeros de este exilio, que buscáramos un sólido camino que llegara a las fronteras de la patria a entregar la unidad como destino. Yo pretendo que este canto sea llama que mantenga encendida la mirada de los hombres libres, justos de la tierra y que hoy día nos entreguen su confianza.