No olvides que una vez tú fuiste Sol No olvides ni la tapia ni el laurel No dejes de asombrarte al asistir A un nuevo nacimiento en tu jardín No pierdas una ventana No entregues tus mañanas De aguaceros y juegos Ni desentierres tesoros, viejos No ocultes lo que ayer se te ofreció No escondas ni la pena ni el dolor No dejes que una nube diga adiós No saltes en pedazos No asustes tu diamante No entregues tu perfecto amanecer Ni tus estrellas, ni tu arena, ni tu mar Ni tu incansable caminar Vete de nuevo hasta el arroyo Donde está tu mejor canto Y ve, calmale la sed a tus enormes prados No permitas que se pierda tu cosecha Hoy que hasta la lluvia fiel no te ha escuchado Y busca tu raíz Y dale la caricia a la que siempre espera La única manera de hacerla que vuelva A ofrecerte frutos hasta en el invierno Y no olvides que una vez, tú fuiste Sol Y ve, desata esos diques de corrientes presas Dejate llevar y vuelve a ser jinete Baja hasta tus valles de palomas sueltas Que este es tu país Donde están tus riendas Donde está tu espuma Donde abandonaste tu camino entonces Donde naufragaste haz nacer mil rosas Y no olvides que una vez tú fuiste Sol