Necrofilia Mi querido lector, prepárate para el cuento más impuro que jamás haya salido de la mente de un hombre. Acostado, con la vista fija al techo, el cadáver a mi lado me ha dicho que necrofilia es amor de corazones muertos, es cierto que he apostado demasiado por este idilio, enamorado de su cuerpo pálido y frío, tanto que con una navaja he escrito en mi garganta la palabra suicidio, vacío tanatopractor a su servicio, acaricio su torax y corto en “Y” con el más íntimo líbido, híbrido tímido de nítidos recuerdos índigo que entre el líquido de su frígido ser insípido se ha puesto rígido hoy… el infinito es mínimo a comparación de ese hermosísimo estado de sopor… ma chère petite mort, busco ser el doctor que conserve por siempre tu carne fresca en un frasco de formol, El confort del rubor en tu rostro sin expresión me congelan en mi propio sudor, y el hedor del rencor es el mejor furor de cada rincón en la habitación del temor, el sabor de la divina providencia encerrada entre las piernas de tu santa corrupción… ¡La mecánica del sufrimiento se ha vuelto orgasmatrón! Decapitación y sexo oral a mitad de la frialdad del panteón de la pasión, penetración dura a la sanguinolenta hendidura entre tus hombros y roncos bramidos llenos de vigor Rigor mortis… Por ti un zombie se arranca la lengua para lamer su epiglotis, supe que era mi nena en el momento en que sentí roto sus cóccix, Dosis de prozac y valium, bisturí de titanio, para escribir mi nombre en sus senos, mutilar sus pezones y masticar lo que quede en ese pecho tan rancio, despacio junto mis labios para tragar carne y saliva Yo sólo quería ser más que el simple pervertido que se masturbaba mientras miraba por su ventana y entraba a escondidas a su casa para olfatear su lencería, sería que en la seria carnicería de la miseria hay una fétida estatua de cera, sincera y bella pareja forman buitre y carroña entre moscas y esperma, Bolsas negras y una hielera… estuche de mi serena y lozana muñeca de porcelana que aún maquillada luce húmeda y amoratada, ¡Es mi amada mujerzuela!, ¡Cualquiera diría que se encuentra despierta! Si su mirada perdida encontrara el camino de vuelta, me contara toda una vida del dormido en su estela y me dejara usar su vagina como una alberca de fluidos repleta, Las madrugadas de lidia entre porcinos y perlas en plena sonata al clímax de un himno a su entrepierna liberaran su alma de esas verjas de tripas custodiadas por un libertino poema, Tierna, inerte… el mejor fruto que pudo haber ofrecido el árbol de la muerte. Inserté casualmente en el sótano de este necrófago ninfómano un sarcófago de clavos con látigos, fuetes y otros juguetes, (flagelarme lo hace más interesante y excitante, asesinarte no me fue suficiente), Impaciente muerdo fuerte sus entrañas, marañas de vísceras en vísperas de un disparo de semen, y entre el delirium tremens, una traqueotomía a mitad de un orgasmo el máximo placer me concede. Créeme… un gran número de mórbidas víctimas te precede, pero ninguna con un incitante feto incompleto oculto en el útero me volvió tan vehemente. Como siempre una parte de mí se arrepiente, quise jurar no volver a hacerlo, pero el impulso se volvió más frecuente, ahora mi pene se convierte en una fuente y su pecho abierto un recipiente, disfruto al cien por ciento cada momento puesto que cremaré a mi querida antes de que la policía nos encuentre, ¡Será mi sucio secretillo de un 2 de noviembre! Sonriente y cansado entre tantas pastillas, licor y cigarros termino inconsciente en el baño, esperando a que el óbito cure mi estado y me conceda el capricho de ser el sonámbulo errante que por las noches camina en su oscuro tejado, incluso mi epitafio dirá: La buscará en el más allá para seguirla perfumando con flor de castaño Si tan solo pudiera acercar una vez más mis orejas a sus restos juro que por fin pronunciaría las palabras Te amo Por fin me diría un maldito Te amo El ardor con que le hizo el amor hizo que sus huesos se separaran, aún así, le dedicó el mejor cumplido que ofrecía a cualquier mujer: Valió la pena excavar