De un tiempo a esta parte, muchacha, te noto más pálida y triste... Decí ¿qué tenés? Tu carita tiene el blancor del loto y yo, francamente, chiquita, no sé... ¿Qué pena te embarga? ¿Por qué ya no ríes con ese derroche de plata y cristal? Tu boquita, donde sangraron rubíes, hoy muestra una mueca, trasuntando un mal... El piano está mudo. Tus ágiles manos no arrancan el tema del tango tristón... A veces te encuentro un poco amargada, llorando, encerrada, en la habitación. Y he visto, extrañando, que muy a menudo, "de todo te olvidas", cabeza de novia, ¡nimbada de amor! ¿Qué es lo que te pasa? Cuéntame; te ruego que me confidencias tu preocupación... Acaso tu pena es la que Carriego, rimando cuartetas, a todos contó. "De todo te olvidas, cabeza de novia", pensando en el chico que en tu corazón dejó con sus besos sus credos amantes, como un ofertorio de dulce pasión...