Nuestros cuerpos no se rozan, ni sabemos de derrotas Nosotros no No nos damos un abrazo al doblar cualquier esquina Nosotros no No compartimos casa y cama, ni el café de la mañana Nosotros no Pero hay que ver lo enredadas que tenemos nuestras almas Nosotros dos, jamás nos fuimos por las ramas del temor Nosotros no nos disfrazamos de testigos del amor Nosotros no, jamás seremos de esos que temen a un Dios Pero hay que ver lo enredadas que tenemos nuestras almas En la distancia Por la calle como extraños, pues no paseamos de la mano Nosotros no Ni nos abordamos con un beso cuando aprieta el deseo Nosotros no No enlazamos los ombligos, bajo sábanas deshechas Nosotros no Pero hay que ver lo enredadas que tenemos nuestras almas