Te confieso lo que ves en mí, no son virtudes, son defectos Solo trato de esconderlos perfectamente para que sean perfectos Soy un desierto árido necesitado del agua del maestro Por tal razón rindo, a el todos mis defectos, imperfectos De verdad no sé qué haría sin él, en este preciso momento Muchos me ven en el templo sin lágrimas cuando él se está moviendo Pero mientras ellos danzan un nudo en mi garganta y en el pecho Es verdad que yo no puedo llorar como tú puedes hacerlo He llorado asolas lágrimas en mis mejillas como olas Le digo de cora, ayúdame señor, tú sabes que mi fe es voraz Y en mi habitación; con una canción; lloro ante su majestad Busco cada día el rostro de aquel Dios lleno de bondad Sé que tropecé, y aunque mi estructura fortifique Como un vil pecador, sí, a él nuevamente le falle Ayudame que no sé qué haría sin ti, señor Jesucristo Socorreme que no puedo estar sin ti, siquiera un segundo