Ante todo, buenas tardes al patrón y a la patrona, al patrón y a la patrona, y a la gente que razona dejando a un lado el alarde. He llegado un poco tarde porque no sé qué me pasa que mi paso se retrasa y mi pecho se resiente, cuando se cruza en la mente la que era dueña de casa. Yo le di mi amor sincero a una tal María Rosario, a una tal María Rosario, que la tengo a flor de labios porque la quise y la quiero. Y aunque el tiempo compañero a cualquier parte me lleve, mi cabeza blanca en nieve pensará en María Rosario que me dejó solitario cuando cumplí veintinueve. Lo que fue de entero paño hoy es fleco de trapito, hoy es fleco de trapito, que se cae de a pedacitos sobre el recuerdo de antaño, Siento el peso de los años sobre mis hombros vencidos, me ha cansado el recorrido de los tiempos que pasaron, y por si no se enteraron tengo sesenta cumplidos.