Por la huella de luz que deja el sol en mis mañanas pampas, te veo llegar... y no es cierto, como tampoco es cierto que llegas con la sombra blanca de la luna en mis noches cansadas de soledad y nada, se acurruca tu figura de recuerdo en la inmensidad de mi pecho abierto al aire perfumado de mujer ausente, se estremecen mis manos apretadas en un perdón de tiempo que se parte en vacío de ansiado regreso, en una lágrima punzante, se refleja tu rostro pálido, y tu gesto... y yo. Quisiera verte llegar confundida entre flores de un verano, quisiera darte la luz que va por el aliento de tu tallo, quisiera sentir tu celo ahogando mi pecho y en tu rubor, quisiera mezclarme en tu sangre y arder en la llama de tu resplandor, beber de tu boca la sabia que alimenta el fruto de este inmenso amor. Pero en este grito de silencio encanecido de espera te sigo soñando, y quisiera... beber de tu boca la sabia que alimenta el fruto de este inmenso amor.