La noche cayó sobre el quebrachal y un llanto quedó en el arenal, de ausencia y dolor por el ventajao'. El Ventajao' lo llamaron en el pago sumamero, por ventajao en amores y a los montes se ganó. Sus huellas borró el polvaderal. La voz de la Salamanca, el duende de las vidalas, se le entraron en el alma al tiempo del carnaval. Y al monte abrazó en su soledad. La luna bajó al algarrobal, su parche golpeó, gritando el Supay, la noche rezó por El Ventajao'. Se fue enterrando vidalas con el tum - tum de las cajas, la sombra de un santiagueño que ya nunca más volvió. Y en el salitral, su llanto secó. En la orillita del monte, el rumor de una guitarra, escondido y solitario se aparece El Ventajao'. Llamándolo está la chacarera.