No lo van a impedir las golondrinas Ni ventanales rotos, ni lunas nuevas Ni todos los andamios, ni las hormigas Ni flores, ni herejías, ni colmeneras No lo van a impedir las mariposas Ni los soldados, ni las primaveras Ni aun negándolo Alberto de casa En casa, ni aún negándolo tú donde te crean No lo van a impedir ni andén Ni esquina Ni el temor de la virgen si obscurece ni el humo de las calles y llovizna Ni el canto del verano si anochece No lo van a impedir ni el falso amigo ni el que alimenta el cepo y la tortura Ni el pequeño ladrón de mano fría Ni el terrible don Juan de cara dura No lo van a impedir ni moralistas Ni el indiscreto encanto del embrujo ni ausente millonarios Ni arribistas ni aspirantes al hacha del verdugo No lo van impedir las bandoleras Ni el letrado galán de poco vuelo Ni inquisidores, ni aguafiestas Ni eternos sembradores de veneno No lo van a impedir los enemigos Ni atentos deportistas alabados Ni burócratas tiernos, ni podridos Ni herederos, ni apóstoles errados No lo van a impedir del valle al cielo ni reyes del honor, ni periodistas Ni antiguos comediantes Ni embusteros Ni estudiantes de leyes Ni alquimistas No lo van a impedir los generales Ni adorables doncellas pervertidas ni apelables procesos judiciales Ni perros, ni cometas, ni homicidas No lo van a impedir ni prohibidos Ni novios convencidos y hechiceros No lo van a impedir las soledades A pesar del otoño creceremos creceremos