En la sinagoga de su tierra habló Palabras de gracia su boca dejó Todos lo miraban con admiración Pero en sus corazones creció la confusión ¿No es este el hijo del carpintero? Se preguntaban, dudando en sus miedos Médico, sánate, le dijeron Pero a su verdad ellos se resistieron Ningún profeta es bien recibido La fe no florece donde se ha, nacido y vivido Habló de Elías y del hambre cruel De la viuda extranjera y el milagro de él Camina Jesús, entre el odio y la fe Su misión no se detiene, él sabe por qué En medio del juicio, de la furia y el mal Pasa Jesús, firme en su caminar Había leprosos, él lo recordó Pero al sirio, Dios lo sanó Sus palabras ardían cual llama de amor Pero el rechazo hirió su propio corazón Lo llevaron al borde, al filo del lugar Querían despeñarlo, hacerlo callar Pero sereno, él, miró con compasión Su tiempo no había llegado, su misión Pasó en silencio, dejando la lección El hijo camina donde manda Dios En el camino no temió al abismo Con mirada fija se entregó a su designio