Me viene a la memoria cierta tarde en que llovía No había una morada que pudiera en guarecernos Éramos dos tiernos pubescentes usuales Que ocultaban sus caricias bajo los soportales Recuerdo los retales incorpóreos de las luces El cruce de colores fluorescente que rompía La gris monotonía que imperaba en la ciudad Recuerdo la humedad bajo la lencería Aquella letanía que la lluvia declamaba Me traslado de súbito a los brazos de Morfeo Pude advertir entonces el onírico aleteo Del pájaro que guarda la mañana en su gorjeo Un Sol inesperado quebró el techo de mi mente Lo que evidentemente dio una escena paradójica La permanencia ilógica del ciclo vespertino Junto al repentino arribo de un brillante amanecer Junto al repentino arribo de un brillante amanecer Me pregunté esa vez como me pregunto ahora Si no somos acaso el mismo Sol que nos alumbra Un Sol que se vislumbra a sí mismo en cada ser Pero que no se entera de que lo que observa es él Si todo cuanto es, si todo cuanto existe Es indudablemente consecuencia de la luz No es cierto que el común, por lo tanto, de los homos Vivimos ignorando con frecuencia lo que somos El prisma policromo que altero mi percepción Me otorgo la certidumbre de que el Sol no es diferente De los incontables entes que iluminan su trazado De que ser observador a fin de cuentas lo he observado Un Sol inesperado quebró el techo de mi mente Lo que evidentemente dio una escena paradójica La permanencia ilógica del ciclo vespertino Junto al repentino arribo de un brillante amanecer Un Sol inesperado quebró el techo de mi mente Lo que evidentemente dio una escena paradójica La permanencia ilógica del ciclo vespertino Junto al repentino arribo de un brillante amanecer Junto al repentino arribo de un brillante amanecer Junto al repentino arribo de un brillante amanecer