Una pastora yo amí, una hija hermosa; de mi chiquez yo la adorí, más que ella no amí. de mi chiquez yo la adorí, más que ella no amí. Un día que estábamos en la puerta asentados la dije yo: -Por ti, mi flor, me muero de amor.- la dije yo: -Por ti, mi flor, me muero de amor.- En sus brazos me estrechó y con amor ella me besó; me respondió y con dulzor: - Sos chico para amor.- me respondió y con dulzor: - Sos chico para amor.- Me engrandecí y la busquí: otro tomó y la pedrí. Se ulvidó y me dejó, ma yo siempre la quero. Se ulvidó y me dejó, ma yo siempre la quero.