Imagino que soñé, que me criaban entre máscaras Unas de papel y otras de tosca porcelana Máscaras -tan frías- de ternura Máscaras de yo no quiero herir Imagino que soñé, que el día de hoy no habría máscaras En la ciudad o en un café, atravesándome la espalda Máscaras de roce, que me empujan A ponerle una máscara a mi fe ¿Qué puedo esperar? Si ni siquiera el aire sabe a natural ¡Qué triste ser feliz! Si mi sonrisa no contenta a mi raíz Si ante esta crisis yo me debo conformar Con un disfraz de “no hay remedio” Para luego gritar, en silencio Para así, reclamar, en silencio Y con ello morir, en silencio Imagino que soñé un funeral, sin tantas máscaras E imagino que fallé, pues ya se ven sus telarañas Máscaras de amor y de amargura Asesinas de un jadeante amanecer Qué fácil es hacer De la etiqueta, un buen ejemplo de moral Comprometiendo por completo a la verdad Y convirtiéndola en maqueta Para el colapso Sin darse cuenta Cuánto hay de falso En reprocharlo, por detrás Solo pido despertar, de esta pesadilla de las máscaras Quiero un espejo de verdad y con honestas coordenadas Sin máscaras de rostro envenenado Infinitas y diversas en edad Y si acaso no soñé La realidad provoca lástima Porque duele más allá Del corazón y las ventanas (Este paisaje es el oprobio De lo inmenso y profundo de estar vivo) Busco un verso y se esconde el sentido Ya no distingo entre veneno y alimento ¡Maldita mascarada en que me encuentro!