No hay cosa que diferencie tanto a los hombres En castas como la cultura. Quien tiene la divina Fiebre del refinamiento, ante las exaltaciones Sudorosas del pueblo, no puede sentir sino las Más vehementes ansias de alejarse Los seres humanos heredan de sus antepasados La cultura, pero aun así emplean nuevas técnicas Y nuevos conocimientos, que fortalecen sus culturas Pero sin dejar la esencia de su origen No hay cosa que diferencie tanto a los hombres En castas como la cultura. Quien tiene la divina Fiebre del refinamiento, ante las exaltaciones Sudorosas del pueblo, no puede sentir sino las Más vehementes ansias de alejarse El refinamiento en las personas, solo hacen que Se avergüencen de su propia cultura, y hasta de Su origen y de sus gente, cosa que consume y los Convierte en marionetas de un sistema ridículo No hay cosa que diferencie tanto a los hombres En castas como la cultura. Quien tiene la divina Fiebre del refinamiento, ante las exaltaciones Sudorosas del pueblo, no puede sentir sino las Más vehementes ansias de alejarse