En el lejano pueblo, las tejas humean
Detrás de las colinas se pone el Sol
Las ovejas regresan a los prados con la noche
Pastando en los bordes del césped húmedo

Un viejo, apoyado en un bastón de sanguiño
Atraviesa la montaña hacia el bosque de pinos
Va cansado, una piedra encontro en el camino
Y en ella se sentó para descansar

¡Ay! Dijo, ¡qué tristeza!
¡Qué triste yo estoy!
Y el sapo, que escuchaba
Respondió: ¡Cro, cro!

¡Las almas tocan! En una noche como esta
Se me quemó mi casa, me murió mi esposa
Me ardió el yugo en el establo y el ganado
La semilla en la tierra se perdió

Vendí mis viñedos, aperos y huertas
Y voy por el mundo desde entonces a mendigar
Pero cuando no encuentro cerradas las puertas
Los perros me salen a ellas y me hacen huir

Canta, sapo, canta
Tú y yo ¡somos dos!
Y el sapo lloroso
Cantaba: ¡Cro, cro!

Solos estamos los dos en la tierra
Pero en ella tú encuentras un agujero y yo no
A ti no te muerden los vientos de la sierra
Y a mí las entrañas y los huesos me corroen

Tú, nacido en los montes, en los montes esperas
Continuamente cantando, ver tu terminar
Yo, nacido entre los hombres, durmiendo entre las bestias
La muerte no encuentro, si quiero morir

Ya tocan, recemos
¡Que dicen que hay Dios!
Él reza, y el sapo
Cantaba: ¡Cro, cro!

La noche se cerraba y el rayo de la Luna
En las cumbres pálidas, comienza s brillar
El relámpago que estalla, en los árboles susurra
Y se escucha a lo lejos el lobo aullar

El pobre viejo, encorvado por los años
Se levantó de la piedra y tomó su bastón
Torció para el cielo, el puño cerrado
Y cara a los matorrales, protestando marcho

Con los ojos siguiéndolo
En la oscura extensión
El sapo se quedó
Cantando: ¡Cro, cro!