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Tenía una nariz muy grande y roja
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un reno de “Santoclós”,

y le brillaba tanto, tanto,
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que parecía reflector,

todos los demás renos
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se burlaban sin piedad,

todos lo hacían menos,
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no querían con él jugar.

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Llegó la nochebuena y hubo niebla y tempestad,
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“Santoclós” le dijo “con tu gran nariz me guiarás”.

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Con su nariz tan roja
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el camino le alumbró,

y todos los juguetes
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“Santoclós” los repartió,

todos los venaditos
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lo aplaudieron sin cesar,

nunca jamás volvieron
                   D
sus narices a chotear.