Una sonrisa rota de enfermedad y escarcha
Ojos hundidos, una mirada completamente desprovista de esperanza
Noches siniestras acechan la morada del cuerpo
Deja la piel cerosa y moribunda

Buscando constantemente, arrastrándose a cuatro patas
El estruendo de la ciudad ahoga el lamento de los desamparados
Hundiéndome más profundamente en este pantano negro
Llena tanto el vientre como la vena con su ominoso veneno

Vendrán a perseguir y romper
Hasta la última onza de humanidad debe perecer
Dejando atrás un caparazón demacrado y marchito
Ahora prepara otra tumba sin nombre y olvidada