Tras pensar que por fin lo había conseguido
Bajé del monte trayendo en la mano dos tablas
Escritas por ambos lados
Eran obra del nuevo Dios
La guía ética definitiva
Extravagante y cómoda
La ecuación precisa para una vida sin errores
Abajo, en el campamento
Al borde de la ciudad
Se oían ladridos y danzas
Gente ajena, sin un reloj atado a la muñeca
Que nunca había tenido que enfocar tan de cerca
Parecía tan fácil dejarse llevar
Siempre he preferido obviar la realidad
Y vivir sin miedo
Dentro del nuevo sueño
Donde la memoria no castiga
Donde nunca es propia
Sin dolor, sin pasado
Sin saber por qué
Dejé caer las dos tabletas de silicio al suelo
El sonido, al estrellarse contra las rocas, fue seco
Casi insignificante
En comparación con el estruendo que llegaba desde lo lejos
Fragmentos de cristal líquido quedaron esparcidos a mis pies
Parpadeando en tonos rojos y azules
Como si aún intentaran transmitir
El mensaje que acababa de rechazar
A partir de ahora solo hay juego
Solo este momento
¿Por qué intentar domesticar el instinto?
¿Es posible existir de esta manera?
El ruido blanco se fue difuminando
Mientras crecía la intensidad en mi mirada
Y se formaba un nudo en la garganta
Tenía enfrente la vida que siempre quise
La que estoy dispuesto a recordar
Ahora solo tengo que hacerla mía